Tres semanas después de que Prisa informara a sus trabajadores que había llegado a un acuerdo con Liberty Acquisition Holdings por el cual este grupo de inversión se hacía con más del 50% de su accionariado a cambio de 660 millones la inquietud dentro del grupo editorial español ha llegado a su máxima tensión.

Un reflejo de ello ha sido el comunicado conjunto de todos los comités de empresa de Prisa dirigido a “a la sociedad española, a los inversores y Gobiernos”, en el que manifestaban su sensación de sentirse “ninguneados” y exigiendo transparencia en las decisiones de la empresa. Ya que la información que se les ha dado de la operación de venta aporta datos “poco menos que ininteligibles para el ciudadano medianamente informado e incluso para los iniciados”.

Entienden que esa información que se retacea es de “enorme trascendencia para el futuro inmediato, tanto de nuestras compañías, como de la pluralidad informativa y los principios ideológicos sobre los que se edificó esta casa en las últimas tres décadas.”

Consideran los representantes de los trabajadores que a los directivos de Prisa “sólo se les ocurre externalizar todo lo externalizable, trocear todo lo que sea divisible, vender las porciones prescindibles, abaratar el precio del trabajo y mantener a la cabeza del Grupo a quien no se ha destacado precisamente por su olfato en los negocios.”

Los trabajadores piden que se les explique “cómo un fondo especulativo compra más de la mitad de una empresa con fuertes deudas y al tiempo se mantiene al margen de la gestión, así como conocer las condiciones exigidas por los bancos acreedores. Pecaríamos de ingenuos e irresponsables si esperásemos que las previsiones financieras de los nuevos inversores conlleven más puestos de trabajo y un aumento en la calidad del empleo”.

El comunicado señala entre los hechos consumados que han llevado a la incertidumbre de los trabajadores la externalización de los tareas de informática a Indra, “incumpliendo en algunos casos una carta de garantías firmada hace un año por la propia dirección”; la venta de Cuatro al grupo inversor de Silvio Berlusconi y “el traspaso del capital humano que formamos a empresas con ansias monopolísticas que ofrecen condiciones laborales bazofia”.

Solo Javier Moreno, director de El País, ha dado alguna respuesta mínima e insuficiente a los trabajadores de su redacción.

Fuente: FeSP