El partido político Vox pasó de querer cerrar Canal Sur en la campaña de las elecciones andaluzas a ocupar un puesto en su consejo de administración. Ahora anda metido en la tarea de desprestigiar a los medios de comunicación, los veta en las ruedas de prensa cuando no le gusta su línea editorial (ya la Junta Electoral tuvo que intervenir para garantizar la libertad de información) y a los y las periodistas con especial predilección, en Andalucía, a los de Canal Sur.
Vox está dedicado a la tarea de desprestigiar a los medios de comunicación y a los periodistas, porque ya tienen las redes, donde difunden noticias con mucha alegría sin datos reales que las sustenten. Como hace Trump, como Boris Johnson, como Bolsonaro, como tantos otros que amenazan el proyecto europeo de bienestar. No les interesan en absoluto ni la prensa ni el periodismo libre. Ya lo dijo su vicesecretario de comunicación Manuel Mariscal, en Dircomfidencial el año pasado: “No necesitamos los medios, nuestras redes tienen más alcance” (excepto si tiene puestos en el consejo de administración, claro está).
El último episodio ha sido la rueda de prensa del portavoz en el Parlamento de Andalucía, Alejandro Hernández, arremetiendo contra las y los profesionales de Canal Sur. Los mismos que llevan tres décadas haciendo buen periodismo y resistiendo presiones de todo tipo, denunciándolas a través de sus consejos profesionales cuando se han producido. Los mismos que han cubierto a Vox sus campañas electorales, en las que han multiplicado su representación. Y los mismos cuyo jefe fue nombrado por unanimidad por su partido. Porque hay que recordar que tanto el presidente de su Consejo de Administración, Rafael Porras, como su director general, Juan de Dios Mellado, fueron nombrados por unanimidad de todos los partidos políticos del Parlamento de Andalucía (incluido Vox). Entonces, ¿de qué estamos hablando? ¿Por qué no les piden cuentas a ellos en vez de a los profesionales de la empresa pública, que a diario sacan su trabajo con mucha dignidad y con cada vez menos recursos (al límite como todo lo público desde hace unos años)?
Vox nos merece todo el respeto democrático porque representan en el Parlamento de Andalucía a casi 400.000 andaluces y andaluzas que los votaron. Pero deben informarse mejor. Para empezar, deben saber que Canal Sur es uno de los pocos medios de España que tiene consejo profesional, elegido por sus propios profesionales, cuyo cometido es velar por la calidad de la información. Canal Sur es de los pocos de nuestro país que tienen libro de estilo y un defensor o defensora de la audiencia, donde hacer llegar las quejas por una mala o tendenciosa información. Además, hay una comisión de control parlamentario, en la que VOX tiene representación y donde el director general (al que parlamentarios y parlamentarias –también de Vox-, nombraron por unanimidad) tiene que dar cuenta periódicamente de cómo marcha Canal Sur y de su línea informativa. Afortunadamente, vivimos en una democracia, donde los y las profesionales y los medios públicos tienen que rendir cuentas.
Canal Sur es propiedad de todos los andaluces, también de Vox y de sus votantes, pero esta formación política debe dejar a sus trabajadores y trabajadoras hacer su tarea. Se queja Vox de que los y las profesionales de Canal Sur lo denominen como partido de ultraderecha. ¿Qué es si no lo que está a la derecha de la derecha y que coincide en sus planteamientos con la extrema derecha europea y mundial? No es socialdemocracia, ni es el centro. Consulten el diccionario de la Real Academia Española. Pedir que donde hay un cisne blanco digamos que hay un cisne negro es pretender que los periodistas mientan. Tarea imposible porque va contra los principios esenciales del periodismo. Por cierto, esperamos que la dirección y el consejo de administración de Canal Sur salgan a defender a sus trabajadoras y trabajadores ante estos ataques.
Por todo lo expuesto, y mientras Vox siga considerando a los y las periodistas como sus enemigos, desde el Sindicato de Periodistas de Andalucía (SPA) lo consideraremos a esta formación política de ultraderecha como un detractor de la libertad de información y su actitud una deriva antidemocrática. Eso sí, con todo el respeto.